José Mourinho, Rafa Benítez, Maurizio Sarri, Julian Naggelsmann o Jorge Sampaoli. Todos ellos entrenadores de élite que han dejado su sello tanto a nivel nacional como internacional y que llegaron a dirigir conjuntos profesionales sin haber sido antes profesionales del fútbol. Un rara avis, aunque poco a poco van apareciendo historias de grandes técnicos que llegaron a lo más alto, e incluso jóvenes entrenadores que acceden a puestos de nivel en la dirección técnica y en la dirección deportiva.
Es necesario aclarar que el primer requisito para conseguirlo es legal. Para llegar a sentarse en un banquillo profesional es obligatorio contar con el curso de Entrenador Nivel Avanzado, conocido popularmente como el nivel 3. Para ello antes deberás haber aprobado el Diploma Básico de Entrenador de Fútbol (nivel 1) y el Diploma Avanzado de Entrenador de Fútbol (nivel 2), así como haber dirigido un equipo durante al menos un año a nivel avanzado. Pero, más allá de los títulos, ¿cómo se puede ser entrenador sin haber sido futbolista?
Ilusión y dedicación
El primer mandamiento, según diferentes técnicos contactados por FOOTVISUAL, es tener ilusión por entrenar sin pensar en llegar a ser profesional. Y es que es necesario saber y estar dispuesto a renunciar. Esa ilusión y perseverancia es la que permitirá seguir creciendo en el mundo del fútbol y poder divertirse en el proceso, algo también clave para disfrutar del camino ya que la mayoría no consigue el objetivo. Querer hacerlo bien, forjarse un criterio futbolístico, divertirse e intentar dejar un aprendizaje en los jugadores que pasen por tus manos.Entrenar sin recompensa
Pisar césped en clubes modestos, planear ejercicios, dirigir grupos… En definitiva, “meterle muchas horas sin ganar un euro”, como explica Iñigo López, hoy entrenador profesional en las categorías inferiores del Alavés tras muchos años haciendo “de todo” en el modesto club Askartza Claret vizcaíno. Puede sonar desalentador, pero es un primer paso imposible de saltarse. Se puede optar por iniciarse como segundo entrenador, o incluso de ayudante, para así aprender conceptos tácticos y de dirección, o bien lanzarse a dirigir como primer entrenador en categorías inferiores.No dejar de formarse
Más allá de los cursos necesarios para sentarse en los banquillos, el entrenador debe estar siempre en constante evolución. Una de las primeras sensaciones al llegar a un banquillo es sentirse perdido, pese a que se haya jugado a fútbol y se crea que se tienen los conocimientos. Esto implica un continuo aprendizaje, ya sea a través de conferencias de entrenadores, cursos, análisis propios, etc. “Cogerte el coche e irte a Portugal, bajar a Andalucía a ver a Diego Martínez entrenar, solicitar reuniones con entrenadores de primer nivel… Hacer kilómetros para aprender de gente que pueda aportarte”, apunta Iñigo. “Yo lo hacía porque me gustaba, no por ser profesional”, aclara, en un buen punto que también es importante para vivir una evolución orgánica.Potenciar tus puntos débiles
Relacionado de alguna forma con el punto anterior, potenciar los puntos débiles también resultará clave para convertirse en un mejor entrenador y, por tanto, estar más cerca de progresar. Por ejemplo, la dirección de equipos es un valor a tener en cuenta y que puede potenciarse a través de cursos alejados del fútbol que ayudan a saber dirigir grupos de personas. En este sentido, resulta también muy positivo trabajar con un entrenador totalmente diferente, ya sea como su ayudante o incorporándole al equipo de trabajo para mejorar y aprender facetas -posicionamiento defensivo, ataque posicional, estrategia, etc- en las que no destacamos.Relaciones personales
Como en todo, saber relacionarse. Puede parecer un mensaje manido, pero en un mundo en el que hay tan poco espacio para tantos entrenadores, aparecer en el ‘radar’ de direcciones técnicas es vital. Eso sí, no debe verse desde un punto ventajista, sino siempre buscando un crecimiento colectivo. Es importante tener una base, un grupo de personas de confianza en el mundo del fútbol, considera Iñigo, explicado que compartir tareas, buscar segundas opiniones sobre ejercicios o estrategias puede significar una mejora como técnico. “Al final la gente que te conoce y que te valora lo hace por cómo haces las cosas y porque consideran que puedes responder en un entorno de máxima responsabilidad”, apostilla Iñigo, dejando claro que siempre es importante saber construir un entorno dinámico, sano y de confianza.